miércoles, 28 de enero de 2009

LA CHICAS TAMBIEN PEGAN

La violencia y delitos aumentan entre las adolescentes del sexo femenino, que adoptan un estilo juvenil regido por conductas masculinas

Expertas en criminología mantienen que lo que ocurre ahora es que se hacen más visibles unas conductas que ya existían años atrás

Los chicos siguen siendo más violentos, pero las chicas les ganan en pequeños hurtos y se equiparan al otro sexo en consumo de cannabis e ingesta de alcohol

JAVIER RICOU

LLEIDA.- Cada vez suman más en las estadísticas, aunque en números globales siguen siendo minoría. Los actos violentos protagonizados por chicas adolescentes han aumentado en los últimos años y su estilo de vida se equipara ya –en algunos comportamientos propios de la cultura juvenil- a las conductas de los chicos. Fuman tanto o más cannabis que ellos, beben lo mismo y, en el ámbito delictivo, incluso superan a los varones en la comisión de pequeños hurtos. Aunque la cara más extrema de la violencia sigue siendo cosa de chicos.

¿Son ahora las chicas más violentas que hace una década? ¿Delinquen más que antes?

Si el análisis se basa únicamente en lo recogido en las estadísticas la conclusión es que si. En Catalunya, los centros de Justicia Juvenil atendieron en el primer semestre de 2008 a un total de 5.258 menores. Eso supone un descenso de casos del 7,55%, respecto al mismo periodo de 2007. Ese decremento no se ha registrado, sin embargo, en los ingresos en centros de internamiento, a los que llegan los casos más graves. Y es ahí, precisamente, donde más ha aumentado el número de chicas. Entre el año 2000 y el 2008 se ha doblado (del 5,19% al 10,38%) el número de adolescentes del sexo femenino ingresadas en esos centros. Más de la mitad de esos menores (la media de edad es de 17 años) cometieron delitos contra la propiedad. Son cifras muy similares a las de hace ocho años. Pero hay otro indicador, en esta estadística, que revela un aumento de violencia en las conductas de esos adolescentes, del que no se salvan las chicas. Los delitos de lesiones han registrado un espectacular aumento. En el 2000 suponían el 14,22% de los casos y ahora se acercan casi al 23 por ciento.

Cristina Rechea, catedrática de Psicología y directora del Centro de Investigación en Criminología de Castilla-La Mancha, otorga validez a estas estadísticas –el aumento de causas judiciales contra chicas se repite a nivel nacional- pero aporta una visión nueva a este fenómeno, del que tampoco escapa el resto de Europa.

El centro que dirige Rechea destaca por ser el único en España que investiga con datos globales la evolución de la adolescente femenina en el mundo de la delincuencia. Sus estudios han contado con el apoyo del Consejo General del Poder Judicial y en las encuestas realizadas en la última década a menores y jóvenes –revela esta catedrática- “no detectamos un cambio en el comportamiento de las chicas tan acusado como el que algunos predican tras una lectura rápida de las encuestas”.

“Nuestros estudios revelan que las chicas pegan casi igual que lo hacían años atrás”, afirma Raquel Bartolomé, psicóloga de este centro de criminología. Ahora esa violencia se ha hecho, sin embargo, mucho más visible. Y eso se debería, añade esta investigadora, “a la judicialización de esos casos, que años atrás se solucionaban por otras vías, como puede ser la terapéutica”.

El trabajo realizado por este centro de Castilla-La Mancha sí que ha puesto al descubierto nuevas conductas entre las chicas, propias del sexo opuesto. “En aspectos concretos, como puede ser el consumo de cannabis o la ingesta de alcohol, apenas hay ya diferencias entre sexos”, afirma Esther Fernández, otra de las psicólogas que ha participado en estos estudios. Esa equiparación de roles se achaca, más que a una imitación de los patrones masculinos, a la inclusión por parte de las chicas al estilo de vida juvenil, regido por conductas más propias del varón que del sexo femenino.

En la comparación por delitos, los chicos ganan por goleada en conductas de violencia extrema. Las chicas, por el contrario, superan al otro sexo en pequeños hurtos cometidos en tiendas. Dentro de ese mundo juvenil, lo que han hecho las chicas “es adaptarse a lo que hay”, añade Raquel Bartolomé. El hecho, por ejemplo, de que una banda de chicas grave una paliza a otra con un teléfono móvil “habría que entenderlo como una consecuencia de la nueva realidad o medios de los que disponen ahora los adolescentes”, precisan estas psicólogas.

Estas tres expertas en criminología consideran como algo imposible que algún día chicas y chicos o mujeres y hombres alcancen niveles idénticos en las estadísticas por actos delictivos o violentos. El sexo femenino sigue siendo, en ese mundo, una minoría.

La percepción entre otros profesionales con experiencia en el tratamiento de menores es que las chicas que hoy acaban inmersas en un mundo de violencia y delitos suelen mostrar una insensibilidad mayor que la de los chicos. “Y también –afirma Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores de Madrid- suelen mostrarse más distantes y duras emocionalmente que los varones. Y eso complica el tratamiento.”

Las agresiones en el seno de la familia son otro indicador del nuevo papel asumido por la chica violenta. Hace muy pocos años apenas se daban casos de madres o padres agredidos por una hija. En la actualidad, indica Javier Urra, tres de cada diez agresiones de este tipo las protagonizan adolescentes del sexo femenino.

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