domingo, 15 de febrero de 2009

LA CIUDAD RURAL

El futuro del campo

AGRICULTORES Y URBANITAS ENFRENTADOS

Mientras unos demandan políticas de conservación de la fauna, la flora y el paisaje, otros perciben la protección del medio ambiente como una agresión a su modo de vida

Anxo Lugilde / Javier Ricou

Santiago / Lleida | 13/02/2009 |

El campo ya no sólo produce alimentos, sino también tranquilidad y formas de ocio saludable. Los nuevos usos del territorio rural enfrentan a sus habitantes tradicionales con los que llegan de la ciudades en busca del paraíso. Mientras unos demandan políticas de conservación de la fauna, la flora y el paisaje, otros perciben la protección del medio ambiente como una agresión a su modo de vida. A veces es difícil conciliar los intereses de todos.


Como afirma Joan Nogué, director del Observatori del Paisatge, "el país se ha encogido", fruto del desarrollo de las vías de comunicación. "Son conflictos de usos", opina Edelmiro Iglesias, director general de Desarrollo Rural de la Xunta de Galicia. "Hay un contencioso social y cultural entre dos visiones del mundo rural", completa el geógrafo gallego Román Rodríguez.

El Estado, como sostiene Edelmiro Iglesias, debe ordenar los usos del territorio, compensar a los afectados por aquellas actividades que no retribuye el mercadoy organizar la transición en territorios en los que las políticas de protección pueden generar riqueza en el futuro. En analogía con el principio de que "el que contamina paga", Jesús Arango, profesor de Economía de Oviedo, propone que "el que limite, compense".

A continuación, ejemplificamos con casos reales los conflictos de intereses entre el mundo rural y el urbano en diferentes pueblos de Catalunya, Asturias y Galicia.

AVES Y AGUA
Proteger las aves esteparias. Es la exigencia, bajo la amenaza de una millonaria multa, de la Unión Europea para dar luz verde a la eterna obra del canal Segarra-Garrigues. La UE, siguiendo la indicación de ecologistas, recorta en más de 20.000 hectáreas las 70.000 que se iban a convertir en terrenos de regadío.

La medida de protección de esta zona especial de protección de aves afecta a 18.0000 payeses que no entienden que una lista de pájaros –lgunos en seriopeligro de extinción– tenga más fuerza que su futuro. La solución no se apunta fácil. Todas las esperanzas están puestas en el Govern de Catalunya. Los regantes se manifestarán el lunes en la plaza Sant Jaume, en Barcelona. El rural sabe que para ser escuchado tiene que desplazarse hasta el centro urbano. Los conflictos por la protección de aves existen en otras zonas, como en A Limia (Ourense), donde enfrenta a agricultores y ecologistas, en una comarca
que sufrió grandes daños ambientales al secarse la laguna de Antela para cultivar patatas.

SEGUNDAS RESIDENCIAS
Joan Nogué, catedrático de Geografía Humana de la UdG y director del Observatori dels Paisatge de Catalunya, afirma que el "mobbing rural con mayúsculas" es el derivado de la presión urbanística que padece el entorno rural más virgen. Nogué opina que esta situación "debería ser rechazada y perseguida". Pero no toda la culpa la tienen los especuladores.

"La paradoja es que encontramos involucrados también a determinados actores locales", añade Nogué. Cuando la construcción de segundas residencias es desmesurada, el ambiente rural queda tocado y llegan los conflictos entre autóctonos y forasteros. En la Cerdanya nacieron los primeros movimientos para exigir un freno. Y otra paradoja: muchos de los que ahora no quieren más segundas residencias son los que ya tienen una en la zona que se quiere proteger.

GRANJAS MOLESTAS
Ahora que está tan de moda hablar de mobbing rural, algunos habitantes de ese entorno, cada vez más amenazado por agentes externos, no dudan en subirse al carro de aquellos que más levantan la voz para defender su modo de vida. Se han dado casos de granjeros que después de ser condenados a interrumpir la actividad de sus explotaciones, que los jueces han considerado ilegales, no han dudado en culpar de esas sentencias a los vecinos de las segundas residencias. Es la salida más fácil para justificar una actividad irregular que también molesta a los autóctonos. Pero a estos les cuesta más emprender acciones ilegales contra sus vecinos.

En Catalunya la ley es muy clara: está prohibido levantar granjas dentro de los núcleos de población. Y en la mayoría de los pueblos –ahora ya no hay corrales
de siete vacas o de veinte ovejas– los ganaderos han ido adaptándosea esta normativa. Otra cosa es, como explica un pastor de Val d'Aran, que las sucesivas ampliaciones urbanísticas acaben afectando a los pocos corrales que quedan.

'MOBBING' RURAL FRACASADO
En Vilalba (Lugo) conviven 15.000 personas y 18.000 cabezas de vacuno. La potencia numérica de la boina ha ahogado los intentos de mobbing rural. El ex alcalde, Agustín Baamonde, cuenta que recibió a varios propietarios de segundas residencias que protestaban por el mal olor de los silos y la proliferación de moscas. "Les dije que el rural es así y que los campesinos llegaron antes. O se adaptaron o se marcharon", explica.

En Lalín (Pontevedra), la dueña de una residencia de fin de semana fue con un abogado al Ayuntamiento para exigir que su vecino no echase purines ni en sábado ni en domingo. "Si cerramos las granjas, ¿de dónde van a salir los alimentos y quién va a cuidar el campo?", expone Manuel Fernández, concejal de Lalín, un pueblo con 21.000 habitantes y 25.000 vacas. No hay constancia de que el mobbing rural haya provocado en Galicia el cierre de granjas, protegidas por una norma que legalizó las ya consolidadas.

CAMPANAS Y GALLOS
Quejas por el ruido de las campanas o el canto del gallo. Aunque esa es la anécdota en el conflicto rural-urbano, cuando uno de estos casos llega a los medios de comunicación tiene el éxito asegurado. En Alfés (Segrià) o Sort (Pallars Sobirà), las quejas de vecinos por el ruido de las campanas durante la noche llegaron a transformarse en contenciosos.

En algunos pueblos de Girona ese choque entre dos culturas se ha producido por las molestias causadas por el canto de un gallo o el ruido de los cencerros que llevan vacas y ovejas. En un pueblo del Pallars Jussà el agua sabía a cloro los fines de semana. Nadie se explicaba el porqué de este cambio de gusto, hasta que los vecinos descubrieron que uno de los dueños de una segunda residencia ponía pastillas en el depósito municipal. Los urbanitas demandan nuevos servicios, como alcantarillado o depuradoras, carísimos en algunas zonas, como señala el geógrafo Román Rodríguez.

OSOS, LOBOS Y HUMANOS
"Aquí nos meten de todo, sin consultar". Es la queja que más se oye en el entorno rural catalán. La sensación de que todo se decide en los despachos de Barcelona o Madrid es generalizada. Y eso ha pasado con el oso. Las críticas más duras llegan desde Aran con mensajes como: "Nos ponen el oso en nuestros bosques para que nos vayamos de nuestras casas".

La falta de un pacto rural-urbano en reintroducciones de especies abre todavía más la brecha que separa esos dos mundos. En Asturias, en cambio, el oso es ya una marca rural, de la que se enorgullece la población, aunque también hay conflictos con esta especie y otras como el lobo. Los ganaderos denuncian constantes ataques y los ecologistas critican las cacerías. En Galicia hay enfrentamientos periódicos por las batidas del zorro, tradicionales en varios pueblos. El economista Jesús Arango pone de relieve que en algunas áreas rurales asturianas el ser humano es también una especie en extinción.

NATURALEZA PROTEGIDA
Las administraciones saben que se mueven en tierras movedizas cada vez que se plantea ampliar la protección de un espacio natural. Desde la zona implicada estos planes se ven como una agresión al considerar que el objetivo es que los urbanitas puedan disfrutar de entornos vírgenes. Un ejemplo está en la propuesta de ampliación del parque nacional de Aigüestortes. Los vecinos de los valles con más hectáreas protegidas no quieren nuevos mapas, pues saben que esa ampliación les resta terreno para cazar y coger setas.

En O Courel (Lugo), una parte de los vecinos y los grupos ecologistas denuncian la proliferación de las canteras que arruinan la maravillosa sierra, pendiente desde hace lustros de ser parque natural. Otros lugareños apoyan a las empresas, como fuentes de trabajo. En 1927 varios naturalistas propusieron que otra sierra lucense, Os Ancares, fuese declarada parque natural, pero hoy aún no ha sido posible, por la oposición vecinal.

TRADICIONES IMPORTADAS
En Catalunya se han reinventado en algunos pueblos tradiciones que jamás existieron. Eso ocurre cuando los dueños de segundas residencias suman más que los autóctonos. En esos casos el poder de decisión de los que viven todo el año en esos núcleos se esfuma. Los de fuera deciden cómo se montan las fiestas y hasta se inventan actos tradicionales que se hacían en localidades vecinas pero que en el núcleo donde ellos viven nunca existieron.







1 comentario:

  1. Enhorabuena Javier. Das en el clavo de muchas cosas. Te lo dice un urbanita que está invirtiendo en turismo rural y que se enfrenta al recelo de los ruralitas. Saludos, -Joseba

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