jueves, 5 de febrero de 2009

POLEMICA POR EL COBRO DE RESCATES DE MONTAÑA

El caso del practicante de snowboard perdido en la Cerdanya reabre el debate sobre el coste de los salvamentos

El rescate del joven perdido en

La Molina costó 67.000 euros

A partir de octubre la Generalitat pasará factura si se prueba temeridad o imprudencia de la víctima

Javier Ricou | Lleida | 05/02/2009 | LA VANGUARDIA

Un esquiador desorientado o un amante del snowboard negligente. A día de hoy, la aventura vivida por el joven de Mataró Albert Pérez, que estuvo perdido casi veinticuatro horas por las montañas de la Cerdanya no pasa de ser una historia con final feliz. Pero a partir del próximo mes de octubre casos como el protagonizado por este joven esquiador merecerán un análisis mucho más detallado, pues la diferencia entre perderse o ser imprudente se va a traducir en unos cuantos miles de euros.



Todo el operativo montado para encontrar a Albert Pérez habría costado más de 67.000 euros. La cifra no es oficial -los Bomberos no han facilitado este dato- pero ha sido obtenida partiendo de las tarifas fijadas por la Generalitat para este tipo de servicios yel número de efectivos y medios terrestres y aéreos movilizados en la búsqueda del esquiador.

En el operativo participaron un centenar de bomberos. Los efectivos fueron avisados a las seis de la tarde del lunes y el dispositivo -con relevos- se mantuvo hasta las tres de la tarde del día siguiente. Si se estima que cada uno de estos hombres hizo una media de 16 horas (es un cálculo a la baja), la factura por ese dispositivo -a 30 euros la hora por persona- asciende a 48.000 euros. A la zona se desplazaron también veinte vehículos de bomberos, lo que añade a la factura otros 12.480 euros por las 16 horas de servicio de cada una de esas dotaciones terrestres. El helicóptero que localizó al esquiador estuvo tres horas fuera de la base. Y eso cuesta otros 6. 813 euros.

El espectacular despliegue montado en la búsqueda del esquiador perdido en la Molina queda justificado, afirma Sebastià Massagué, jefe de los grupos operativos especiales de los Bomberos, por las condiciones climatológicas en la zona donde se perdió el joven.

Los equipos de rescate -en total participaron 140 personas, ya que a los bomberos hay que sumar efectivos de otros cuerpos-trabajaron toda la noche, "pues en caso de que hubiese sufrido una caída el tiempo, con esas bajas temperaturas y la copiosa nevada, corría en su contra", afirma Massagué.

Hay que dejar claro que en el caso protagonizado por Albert Pérez no hay, ahora mismo, datos suficientes para determinar si su aventura es fruto de la desorientación o la imprudencia, tal y como indica el responsable de los grupos operativos de los Bomberos.

El análisis para valorar su conducta (el esquiador mantiene que se salió de las pistas marcadas como consecuencia de la escasa visibilidad) sólo ha hecho que comenzar. Pero en el hipotético caso de que se determinara que este joven actuó de forma temeraria -Albert Pérez se perdió a última hora de la tarde del lunes cuando descendía, en medio de una copiosa nevada, desde la cota más alta de la Molina- la Generalitat se limitaría a remitir a este joven la factura del coste de su rescate. El próximo otoño dejará de ser así.

Esta iniciativa, que no es nueva, se retomó el pasado mes de octubre y con la misma "se pretende que los ciudadanos sean conscientes de lo que cuesta un rescate de montaña, al mismo tiempo que se les informa de lo importante que resulta seguir los consejos e ir bien preparados cuando se practican actividades que esconden algún riesgo", explica Massagué.

Cuando la Generalitat empiece dentro de nueve meses a cobrar por los rescates en alta montaña, la principal dificultad será diferenciar cuando se trata de un hecho provocado por la imprudencia y por temeridad o si, en cambio, el suceso es fruto de la mala suerte o de un desafortunado accidente. Para eso esta prevista la constitución de una comisión de expertos que analizará en profundidad cada caso que se produzca.

Los expertos partirán de tres premisas básicas para fijar ese cobro del rescate, como son que el accidente haya tenido lugar en una zona señalizada como peligrosa, la ausencia del equipo necesario para la práctica de la actividad y la petición de un servicio de rescate sin un motivo que esté "objetivamente justificado".

Un bombero destinado en el Pirineo, con 35 años de experiencia, reconoce que marcar el límite entre la imprudencia o la mala suerte va a resultar muy complicado en los accidentes de montaña. El agente apunta que el temor a pagar una elevada factura podría disuadir a más de un herido o alpinista extraviado a solicitar ayuda. Este profesional asegura que los efectivos realizan igual su trabajo, con independencia de que la víctima haya cometido o no una imprudencia.

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